Ha quedado en el recuerdo como «el Woodstock chileno», pero el Festival de Piedra Roja fue en realidad una convocatoria musical frustrada, un encuentro hippie sin épica y un hito cultural amplificado por la polémica y el escándalo, desde las improbables alturas del actual sector residencial de San Carlos de Apoquindo.
La convocatoria para los días 10, 11 y 12 de octubre de 1970 ofrecía un encuentro musical con entrada liberada en el que iban a participar algunas de las mayores bandas eléctricas de ese momento en Chile: Aguaturbia, Los Trapos, Blops, Lágrima Seca, Ripio y Los Jaivas. El nombre original del encuentro era Festival Los Dominicos, por el lugar de su emplazamiento, un descampado agreste en el sector alto de Las Condes, en un área conocida entonces como Piedra Rajada, parte actual sector residencial de San Carlos de Apoquindo.
Pero diversos problemas técnicos y de organización impidieron cumplir con el plan. Ante el desorden, Aguaturbia se retiró antes de pasar al escenario. Al guitarrista de Lágrima Seca - el luego fundador de Panzer, Juan Alvarez, le robaron su instrumento durante la prueba de sonido, y Los Jaivas hicieron lo que pudieron durante una presentación en la que varias veces se cortó el suministro de electricidad, cuya fuente era un único cable que estaba enchufado en una casa cercana.
Titulares encendidos
Sin gran conquista musical que exhibir, y con los asistentes liberados a su suerte a campo abierto, cierta prensa vio entonces en el festival un gancho de escándalo, y desde el mismo domingo 10 comenzaron a llegar periodistas al lugar. El Festival Piedra Roja era otra oportunidad para estereotipar y burlarse de los incipientes hippies chilenos, y las imágenes de archivo así lo reflejan:
«Abundancia de melenas y música estrafalaria», describió el diario La Tercera. «Festival de droga y sexo», según la revista Vea. «Terminó con un cacheteo a todo pasto», informó Clarín.
El diario El Mercurio, a su vez, denunció que en el lugar «pudo constatarse la presencia de ‘hippies’ extranjeros, acaso deseosos de propagar sus experiencias envilecedoras. Las autoridades de inmigración deberían demostrar la máxima severidad en el examen de estos elementos indeseables, pues a menudo conllevan gérmenes de disolución de las costumbres de una juventud cuya formación urge cautelar».
Como si fuese materia de preocupación para la Defensa nacional.
Costos y efectos
El festival de Piedra Roja siguió siendo noticia días después de haber concluido, siempre entre denuncias absurdas, incluso con una demanda municipal contra su principal organizador, Jorge Gómez, quien no solo quedó con una cuantiosa deuda en escudos sino que también fue expulsado del liceo en el que estudiaba. Además, se comenzó una investigación a cargo de las comisiones de Educación y Salud de la Cámara de Diputados, alarmados todos por el consumo de marihuana en el lugar.
Pero su mito es ya parte de la cultura popular chilena, y además motivo para recomendables investigaciones. El clásico filme Palomita blanca, de Raúl Ruiz (1973), incluye algunas escenas filmadas en un festival al aire libre que citan ese encuentro en Los Domínicos (aunque en realidad se filmaron junto a Los Jaivas en el Parque Intercomunal de La Reina tres años más tarde).
El periodista Antonio Díaz publicó en 2010 el libro Piedra Roja. El mito del Woodstock chileno, con varios datos y entrevistas antes desconocidos. Y al año siguiente, el extenso documental Piedra Roja, del estadounidense Gary Fritz (uno de los organizadores de la cita original), compartió al fin imágenes de archivo y elocuentes entrevistas que terminaron de dibujar la mezcla de ingenuidad, épica, confrontación generacional, rock de avanzada y naturaleza que hacen a Piedra Roja tan especial como uno de los hitos del Chile a inicios de la Unidad Popular. El prólogo al filme es elocuente:
«Teníamos 17 o 19, y organizamos el primer festival de música rock en Chile. Un festival gratis, para todos. No sabíamos que este festival criollo, problemático y controversial llegaría a ser, cuarenta años después, un símbolo de esperanza, fraternidad y transformación».
—MusicaPopular.cl