La música 'descripcional' de Tata Barahona
Pedro Tata Barahona tiene 48 años. Es profesor, lutier e integrante del conjunto de música medieval Calenda Maia. Y aunque escribe canciones desde adolescente, recién el 2011 formalizó su oficio de cantautor. La inesperada difusión que ese año alcanzó su canción “La mexicana” lo impulsó a grabar el disco Fotografías, que siguió con Imágenes el 2015 y cerró este 2019 con Retratos. El lanzamiento iba a ser en noviembre y naturalmente todo se postergó. A cambio (y feliz) ha tocado en actos y marchas, y muchas de sus canciones han acompañado al movimiento.
Jorge Leiva | 22 de noviembre de 2019 Fotos: Club de Amigos Comunicaciones
Apenas tres días después del inicio de la explosión que aun remece a Chile, el realizador audiovisual Fernando Naranjo subió a Youtube un videoclip del tema “Luz de rabia”, de Tata Barahona, que incluía las primeras imágenes del entonces incipiente movimiento social. La melancólica canción describe certeramente lo que aún vive el país: “Piedra contra la bala / fuego contra las leyes / Y el temor que se siembra / siembra la rabia también”.
Tata Barahona se enteró del clip al verlo en internet , y ya completa más de 300 mil visitas. Pero por muy precisa que parezca, no es una canción hecha para el momento. “Luz de rabia” fue grabada el 2015, y es uno de sus muchos temas que retratan pasajes de la sociedad chilena. Tres ejemplos más: “Cuarto piso” habla de una familia que vive situaciones de violencia; “La mexicana” —su mayor hit— cuenta el robo a un traficante de pasta base; “Pregón de la pobreza” describe a un niño que reparte calendarios en una micro, y así muchas otras.
“Luz de rabia” tiene hoy día más clips subidos por otras personas, y es una de las muchas canciones que han circulado en estos días en Chile. En el cancionero de Tata Barahona es parte de una de sus vertientes esenciales: La que define como “observación social”:
—Un sociólogo de Temuco me dijo una vez que yo hacía ‘música descripcional’, y es un súper buen concepto. Él apuntaba a que yo describía sin tomar partido. De todas maneras, se puede leer una ideología en mis canciones, pero es una interpretación. En “Luz de rabia” no digo vayamos a quemar buses, sino que digo “Hay buses como luciérnagas / que iluminan la ciudad”. Alguien dirá que "se nota es izquierdoso" porque pone eso como poesía, pero lo que yo hago es una descripción.
—Descripción con un punto de vista muy evidente en todo caso, ¿no?
—Sí, claro, pero no tomo partido. Y en ese punto de vista hay personas que se sienten reflejadas por ellos también han observado o se han emocionado al escucharlo… Eso pasa en toda la música. Las personas que se dedican a la balada escriben desde una orilla en la que la gente ha estado, y por eso también identifican a la gente. Yo lo hago desde la observación. No vende tanto y es arriesgado, pero es bonito que ocurra. Eso pasó con esta canción, como también me ha pasado con otras.
Tata Barahona egresó del Liceo Lastarria en 1989, luego estudió dos años de Tecnología en Sonido y finalmente terminó Pedagogía en Música en la UMCE. En 1992 fue invitado por un profesor para integrar el grupo de música medieval Calenda Maia, donde ha permanecido por casi por 30 años. Esos instrumentos inspiraron su oficio de lutier, que ejerce hasta hoy.
Antes de todo eso, había sido cantante de pubs, muy influenciado por Silvio Rodríguez como lo ha reconocido muchas veces. Cuando ya estaba en Calenda Maia, grabó tres discos como solista en forma artesanal, pero sin muchas pretensiones. Buscaba, según dice, dejar un testimonio de las canciones que hacía, porque nunca dejó de componer.
El año 2010 quiso probar con la difusión de sus canciones y se acercó al programa Zócalo Nacional de la Radio Universidad de Chile. Se presentó como un musico de Calenda Maia que hacía canciones y el conductor Hernán Zúñiga lo invitó dos veces: Para una edición dedicada a él y a un encuentro de trovadores de fin de año, que grabaron en video y subieron a YouTube en marzo del 2011.
Entre esos videos estaba (y sigue estando) “La mexicana".
Meses después los hermanos Nicolás y Fernando Larraín la recomendaron en su programa radial, y las visitas al video pasaron de doscientas a diez mil en un mes. “Se viralizó”, dice. Hoy ese video más el clip oficial que hizo el 2012 y muchas otras versiones suman casi seis millones de visitas.
La canción tiene un componente de humor, en la forma de hablar del narrador y la mención a la marihuana, y probablemente eso llamó la atención de muchos. Pero para su autor, hay también en ella una severa “observación social”.
—"La mexicana” es la crónica de una realidad en la poblaciones. Son personas que fuman marihuana, pero venden pasta base, y mi canción apunta a denunciar eso. La gente la quiere escuchar para reírse, pero para mí es una fotografía en blanco y negro de una herencia de la dictadura. No solamente dejaron una Constitución de mierda, sino que además metieron la droga en las poblaciones para destruir el tejido social. Eso fue terrorismo de Estado.
—Viviste la dictadura, luego estudiaste en el Pedagógico… ¿Alguna vez has participado en política formalmente?
—Nosotros vivimos la dictadura en la infancia, y no la sufrimos. No tengo parientes víctimas de la represión, yo todo eso lo supe de grande. Antes vivía una burbuja y siempre tuve comida en la mesa. Cuando grandes con mi hermano, que estudiaba en la Usach, abrazamos ideas que podrían calificarse de izquierda, pero no por leer, sino que por sentido común.
—¿Y tu familia?
—No, para nada, mi papá era momio y siempre trabajó para un senador de derecha, Enrique Curti, del Partido Nacional. Él era el dueño de un fundo donde mi papá era campesino y lo vio de niño trabajador, avispado, como vivaracho, y le ofreció trabajar en Santiago. Primero como mozo de su casa, después chofer y así se vino. Después mi papá aprendió a leer, hizo un curso de técnico en calderas, y pudo ser conserje de un edificio con calderas. Era caballero correcto educado, fumaba pipa, era moderado para beber... Y de derecha.
—¿Falleció?
—Hace mucho tiempo que se fue. Mi mamá vive todavía.
—¿Cómo te convertiste en lutier?
—Por el afán de tener los instrumentos medievales.
—¿Y tú sabías que tenías destreza para eso?
—Desde niño, siempre. Mi mamá me enseño a tejer a palillos y mi papá tenía un mesón de herramientas que yo usaba. Hacía ropa para mis juguetes, y después pasé por la orfebrería, hice joyas de alambre, bolsos de cuero, las botas del Calenda Maia y hasta muebles... Y de repente dije que tengo que tener instrumentos. Partí insertando mangos en calabazas y después un artesano me hizo clases por dos años. Luego me largué solo
—¿Y ahora tienes un taller?
—Un taller gigante. Me gané un Fondart el año pasado y tengo maquinaria nueva.
—¿Haces sólo instrumentos medievales?
—Hago instrumentos para Calenda Maia y cualquier persona que me mande a hacer. Guitarras, cuatros venezolanos, un charango, perfectamente. He hechos violas da gamba, arpas medievales. De cuerda muchas cosas…
—Después del éxito de “La mexicana” grabaste el primer disco en estudio, Fotografías, en 2011. Has contado que una cosa llevó a la otra…
—Así fue. Un amigo de Calenda Maia, Rafael Egaña, siempre me decía “hagamos un disco, Tata, tu música debería conocerse”. Pero a mí los tres discos anteriores me habían demostrado que primero había que darse a conocer, y después producir. Y allí justo se produjo eso y mi amigo me dijo “ya, ahora es el momento”. Y él apostó: Hizo la producción ejecutiva, contrató el estudio y en una semana grabamos todo, 13 canciones. Yo en guitarra y un bajista y un guitarrista.
—En Fotografías venían otras canciones que también tuvieron mucha difusión, como “Hay helao a cien” o “Te vas de mí”
—“Te vas de mí" entró a un ranking en radio Cooperativa y eso la llevó a otra gente. Y por ese tiempo me empezaron a llamar para tocar en locales, y fui entendiendo como era el circuito. Las horas de vuelo de Calenda Maia me ayudaron a pararme en un escenario.
—¿“Te vas de mí” es una canción de amor o una canción dedicada a una planta que se muere en invierno?. Algunos dicen que es la marihuana…
—No. “Te vas de mí” es una sensación de pérdida. Hay una inteligencia emocional en la redacción, un doble filo, y está trabajado necesariamente así, pero no es eso. Mi sensación al escribirla era esa, emoción de pérdida.
—A Fotografías lo siguió Imágenes (disco del 2015, nominado a un premio Pulsar), y este 2019 con Retratos. Los tres tienen portadas similares: una guitarra en un sillón con un color de fondo y los tres elementos cambian cada vez… ¿Hay una razón detrás de ese concepto?
—Es mi deseo de no salir en la carátula y que la protagonista sea la música.
—Retratos, el disco de 2019, es el que cierra la trilogía. Parece más melancólico que el anterior.
—Puede ser. Hay harta guitarra sola, y habla más de personas.
—Varias tienen nombre propio: “Rafaela de la luz”, “Ana y Simón”, “Rocío Magdalena”. ¿Existen esas personas?
—Rafaela es la hija de un amigo, “Rocío Magdalena” es una guagua que perdimos. También “Canción de cuna” es para ella… Y “Ana y Simón” son una pareja, no sé si existen en realidad.
—¿Como “La Nelly y el Nelson” de Payo Grondona?
—Claro, una pareja.
—Hay una canción, que incluso tiene hasta una gaita, y se llama “Calenda Maia”
—Esa es el retrato de “Calenda Maia”, hablo de cómo somos, y me acompañaron para grabarla. Hicimos con ella lo mismo que hacemos con las canciones de los trovadores medievales, que es intrervenirlas y hacerles una armonización
—“Retrato de Chile” es un directo retrato del Chile de estos tiempos: Una señora vende paños de cocina en un semáforo. Un niña que ofrece flores en el Parque Forestal, la corrupción en la política, el caso de Martín Larraín… ¿la has tocado mucho en estos días?
—Mucho, y yo mismo me emociono —y eso que soy el que la canto— con la emoción de los otros… Ahora vino este reventón y es fantástico porque todos estamos hablando de eso. Somos diferentes ahora, somos gente que decimos y que reventamos la calle si hace falta. Ahora mis conciertos son distintos, porque antes presentaba mis canciones como algo para dar a conocer, y ahora no. Ahora las presento como miren, esto es lo que nos pasaba…
—Pero ha habido costos para los músicos. De hecho tu concierto de lanzamiento se tuvo que postergar.
—Sí, para diciembre, y muchos músicos no hemos podido tocar, porque tampoco hay locales en la noche… Pero he tocado en muchos lugares y ha sido muy lindo. Muchos sentimos que es un sacrificio necesario. Mis caídas fueron otras, hay gente que perdió un ojo, o la vida. Nosotros sólo perdimos un poco de trabajo.