2000
Sesionista, sideman, productor y profesor, el baterista Carlos Figueroa Salazar arrastra una historia ligada al instrumento definitivo de la percusión desde las dos ramas de su genealogía. Su padre es Carlos Figueroa, el más importante baterista-investigador-instructor de la era moderna y su madre es hermana de Patricio Salazar, uno de los más populares baterías de la misma época, vinculado primero a la Nueva Ola y luego a las orquestas televisivas. Ese ADN convirtió a Figueroa Salazar en un versátil intérprete de estudio, escenario, giras y sesiones desde fines de los ’80, cuando era un adolescente y hasta que a los 35 años editó su primer álbum como líder, Carlos Figueroa (2007), que llegó a ser nominado en 2008 al Grammy Latino.
Ciro Vega es uno de los guitarristas más representativos de la vanguardia musical vigente durante el apagón de los años '70 y '80, junto con otros nombres contemporáneos como Alejandro Escobar, John Clark y Vladimir Groppas. Un músico del jazz-rock naciente, aunque también de gran versatilidad estilística como músico de sesión en el estudio y escenario y permanente guitarra de las orquestas de televisión.
Aunque es un renombrado músico en la escena de la cueca, Lucho Castillo tiene un lado pop plasmado por primera vez en un EP el año 2012, Música Simple para un mundo complejo, y luego en el largaduración de 2018, Algo fundamental, donde se acercó definitivamente al rock. Lo dice en el primer tema del disco: “No estoy en contra en su totalidad / de la influencia internacional / Ojo con lo que es fundamental”. Castillo ha sido cantante, acordeonista y compositor de Los Tricolores, Los Vinelis y Los Piolas del Lote. Mantiene hasta ahora trabajo constante en vivo y de grabaciones, siempre en colaboración con bandas acompañantes.
Son distintas fuentes musicales las que acuden a Tizana, el grupo que debe su nombre a una bebida natural medicinal, que en sus canciones cruza la cueca, la cumbia y el rock, y que como sello cuenta con un marcado protagonismo de la percusión africana. Dos discos editados hasta 2012 marcan una historia que ha tenido distintos períodos de intensidad, pero que ha contado con un importante actividad en vivo y sencillos radiales, como "Daño".
Por el tiempo en que en Francia fue conocido como "el chileno del saxofón", Alfredo Espinoza estaba aún muy lejos de pasar a ser la leyenda viviente del jazz nacional que terminó siendo. Mientras en Santiago y Valparaíso (su ciudad natal) su nombre no significaba más que la asociación entre dos palabras, según narran las crónicas en Buenos Aires y París su figura era "mitológica". Su muerte a los 72 años, en 2015, tras un largo retiro de la música, golpeó a la comunidad musical que vio partir a una figura ineludible, la más importante del jazz chileno para muchos entendidos y para los propios músicos.
En el tránsito desde la música de raíz folclórica asociada al movimiento del Canto Nuevo hasta los experimentos electroacústicos de la música de fusión, existe un solista tan interesante como Jorge Campos. El bajista eléctrico Marcelo Aedo tal vez no haya sido tan conocido como el pivote del Congreso contemporáneo, pero llegó a construir su propia identidad en las cuatro (o cinco) cuerdas desde la multimilitancia como sesionista y hasta el protagonismo solista.
Un experimento sin precedentes en la historia del jazz chileno condujo Gerhard Mornhinweg, un cornista clásico de la Universidad de Chile reconvertido en trompetista swing, cuando se decidió a diseñar y desarrollar en 1994 su proyecto educativo: la Conchalí Big Band. Un prototipo de la primera orquesta de jazz formada sólo por adolescentes, establecida Conchalí, una de las comunas más populares y con mayor índice de riesgo social.
Yeti fue una banda formada casi en su totalidad por músicos sureños radicados en Santiago, que compusieron canciones pop-rock y trabajaron en conjunto por ocho años. Próximo en sus inicios a De Saloon o Alamedas, por las filas del grupo pasaron músicos luego destacados en otros proyectos, como Cristián Espiñeira y Arturo Rodríguez. El cuarteto original debutó en 2004, en torno a un extenso repertorio de canciones en constante cambio: «Muchas veces tocábamos en El Living, a la semana siguiente en La Batuta, y cambiábamos los catorce temas». Su álbum debut, Yeti (2008), llegó a ser distribuido en España. Fue sucedido dos años más tarde por Años luz, pero ya con escaso tiempo de promoción, antes del fin de la banda a mediados de 2011..
Amaru es exponente de la tradición de conjuntos capitalinos inspirados por la música andina y latinoamericana a comienzos de los años 90. Formado en 1992 en Peñalolén, actuó en Universidades y en distintas ciudades y el año 2004 fueron el grupo de soprte del disco Íntimo (2004), de Max Berrú, y con él realizaron una extensa gira por Ecuador el año 2005. Entonces grabaron su primer disco, Amaru , editado el 2006, con el que emprendieron su segunda gira, con destinos a Ecuador y a la República Popular China. El 2008 editaron su segundo disco, Patria grande, con ligeros cambios de integrantes. Canciones propias, ritmos lationoamericanos, temáticas a veces con claros contenidos politicos fueron su sello. Hacia el final de la década las actividades individuales de los musicos fueron postergando la continuidad de Amaru.
Aunque con una discografía e historia valiosas por sí mismas, Fother Muckers ha terminado siendo recordada como la banda de antecedente a otro proyecto aún más exitoso, Ases Falsos. En efecto, tres integrantes de esa banda acordaron hacia 2011 cerrar su trayectoria —de cuatro álbumes y varios EP— para reiniciarla con otro nombre, manteniendo algunas pistas de sonido, disposición en vivo y trabajo independiente que enlazan ambas etapas y permiten entenderlas entre sí.
A través de diversas formaciones, ediciones discográficas y niveles de difusión, Los Miserables han mantenido al menos una valiosa seña de identidad que permite reconocerlos de inmediato en el panorama rockero local: su concepto del punk está más vinculado a la esencia de la canción-protesta que a aspectos formales de indumentaria o reglas de sonido. Los Miserables son por ello una banda que asocia su nombre a valores profundos del activismo, como la reflexión social, la crítica al poder y la energía propia de la juventud. Más allá de puntuales hits de gran difusión, su circuito natural de difusión está al margen de los grandes medios, y su canto representa mucho mejor a los suburbios de las grandes ciudades chilenas que al centro de toma de decisiones y de bienestar.
Apenas cumplidos los veinte años ya se había inscrito a comienzos de los '50 como uno de los cuatro fundadores de Fiesta Linda, conjunto que está entre los nombres principales y más afamados de Chile en el repertorio de tonadas y música típica. Tras ese inicio, Ricardo Acevedo se valió de su talento personal para consolidarse, en plan de solista, como uno de los ejecutantes de guitarra destacados de su tiempo, en una época en que ése fue un instrumento principal en la música popular y la industria del disco.
Hermano menor de la cantautora Nancy Torrealba, Freddy Torrealba apareció a mediados de los años '80 por la Casa Kamarundi siendo adolescente. Destacó de inmediato por su facilidad para tocar guitarra y charango. En poco tiempo alcanzó y superó a César Palacios, uno de lo mejores charanguistas de Chile. Integró el Trío Kamarundi, que acompañó a Tilusa (Manuel Escobar), tanto en Chile como en el extranjero.
Nacida en Maipú en 1970, Arena Movediza es una de las agrupaciones que, junto a Tumulto, pude aspirar al título de banda fundacional del hard-rock chileno. Al conjunto le tocó trabajar en tiempos extraños, de polarización primero y represión (y toque de queda) después. Lo hicieron de modo convencido por más de una década, con la guía del sonido eléctrico y una opción de vida disidente como brújula. Sus publicaciones se concentraron en los años ochenta, y su historia muestra una larga lista de integrantes y períodos extensos de pausa (incluso con un intento de refundación, bajo el nombre Arena Rock, por parte de tres de sus fundadores, hacia 2001), que en todo caso mantienen activo el nombre y al baterista fundador, Carlos Acevedo.
Una herencia aprendida, por su raíz en la Nueva Canción Chilena, y adquirida, por la presencia de Sebastián Seves, sobrino de uno de los integrantes históricos de Inti-Illimani (José Seves), se combinan en La Comarca, parte de los conjuntos de nueva música de fusión chilena aparecidos desde fines de los años ’90. Debutaron con el disco La Comarca (2002), y luego algunos de sus integrantes derivaron a la formación del grupo Cántaro, además de trabajar junto a la autora y compositora Elizabeth Morris.
Pocos músicos chilenos pueden jactarse de haber pasado por más bandas durante los años ochenta que Sebastián Levine. Pinochet Boys, Electrodomésticos y Supersordo fueron algunos de los nombres que ocuparon a Levine durante algo así como una década, antes de que decidiera una partida del país que, con intermitencias, ya se extiende por más de dos décadas. La búsqueda de una vida creativa y nómade marca la biografía de este percusionista chileno, en los créditos de numerosos discos.
Originalmente intérprete de saxo alto a comienzos de los años 2000, Paulo Montero alcanzó otra altura sobre el final de esa década al diversificar su aproximación instrumental entre los registros del soprano, el tenor y, en menor medida, el barítono. Fue formado en la Universidad Católica, y destacado como su primer egresado, por el pionero del saxofón clásico en Chile, el cubano Miguel Villafruela. Este maestro también promovió desde la Universidad de Chile a solistas como Alejandro Rivas, Edén Carrasco y Álvaro Collao, cultores de la música contemporánea, la improvisación libre y el jazz moderno, áreas donde llegó Montero en distinta medida.
Surgido en una de las comunas más pobres de Santiago, el grupo Legua York (también presentado como Leguayork) es uno de los referentes chilenos de un hip-hop político y combativo, y uno de los primeros en conjugar la carga ideológica de movimientos como la Nueva Canción Chilena con el registro de la cultura de calle. Cultores de un perfil opuesto al de bandas súperventas como Tiro de Gracia o Makiza, Legua York se nutrieron de las raíces de la música negra para musicalizar sus rimas marcadas por la denuncia y la crítica social, las que han sido ampliamente difundidas por medios de la izquierda política.
Cada vez que el más reconocible cantante de Inti-Illimani, José Seves, entona el homenaje a Víctor Jara que es "Canto de las estrellas", se escuchan los versos de Moisés Chaparro. Es la composición con que este autor ha trascendido hacia el gran público en su rol de compositor, con la base que le dan sus completos oficios de cantor, poeta popular y payador, su faceta más frecuente.
Como guitarrista y cantante, Camila Meza fue una figura bivalente desde sus inicios. Sobre todo en el campo del jazz contemporáneo que desarrolló en Chile y Nueva York, la ciudad donde llegó en 2009 para estudiar en la New School for Jazz and Contemporary Music, y donde autogestionó su trabajo principal como activa compositora, líder y sidewoman. En el paso de ese período inicial en Santiago y su vida siguiente en la capital mundial del jazz y su serie de discos y proyectos neoyorquinos, Meza terminó por convertirse en uno de los nombres principales de la generación cero-cero. En 2020 obtuvo un premio Pulsar por un álbum como Ambar (2019), que representó un hito en su recorrido musical.