2000
Uno de los más recientes compositores chilenos de baladas y música pop además de productor de radio y TV, Juan Andrés Ossandón es el autor de éxitos como "No quiero verte así" (1991), de Alejandro de Rosas; "Amor de verano" (1993), de Andrés de León; "Sinceridad" (1992), de Tatiana Bustos, con el que ganó el segundo lugar en 1993 en el Festival de Viña, y "Pensarlo dos veces" (1995), de Fernando de Jesús. Además, en su catálogo aparecen canciones de reality shows de TV como "La música" y "El juego de la resistencia" (2003), para Catalina Bono y Ximena Abarca, y "Madre tierra" (2005), de Joe Vasconcellos.
En paralelo a su puesto de cantante y guitarrista de Congelador y productor del sello Quemasucabeza (que cofundó en 1998), Rodrigo Santis ha tenido a solas una trayectoria musical en la experimentación y las texturas electrónicas, plasmada en discos propios de tiraje limitado, en valiosas colaboraciones con músicos como Gepe y Felicia Morales, y en cupos en compilados chilenos y extranjeros. Su camaleónica identidad sonora —presentada también bajo los alias Paranormal, Barco y Caravana— recoge influencias disímiles, y lo convierte en un artista inquietante y prolífico.
La penquista Susana Lépez es una intérprete de diversos repertorios de música latinoamericana y fusión de estilos, que ha instalado su nombre en la escena de Concepción con una voz de fuerte acento en el canto popular. Se inició en 1997 y puso sus primeras voces en las grabaciones y actuaciones en vivo del grupo de rock progresivo Decúbito Supino, donde actuaba un joven Nicolás Vera en la guitarra.
Cantor, poeta y payador, Luis Felipe Carreño Campos es uno de los hombres que alimentan la poesía popular en la Sexta Región. Aunque nacido en Santiago, sus raíces están en Rancagua y en Navidad, con años de residencia en Machalí. Reconoce como maestros a Arnoldo Madariaga Encina y a César Castillo, El Tranca. Fue finalista en el Primer Concurso de Canto a lo Humano en Santa Cruz (1993) y ganador del Concurso Metropolitano de Poesía Popular en 1998 y 1999. Ha participado además en numerosos encuentros de payadores, grabó el disco colectivoVamos verseando la vida (2002) y publicó el libro Por utopías y sueños, con versos a lo humano y lo divino.
Baladista de la tercera generación del programa de talentos de canto y baile “Rojo, fama contrafama”, Luis Pedraza fue conocido masivamente como Toco Toco, un pseudónimo que pese a que por momentos el propio artista desestimó, lo llevó a congregar una no menor convocatoria de fanáticas de sus canciones en el set de TVN y de paso a ilustrar su primer disco, Vamos pa’ elante (2005).
El cantante y autor José Ignacio Vicuña comenzó a componer música a los 13 años de edad y ha desarrollado un repertorio en la canción de amor, en particular en baladas, mientras en paralelo ejerce como constructor civil. Ha llegado dos veces a la competencia folclórica del Festival de la Canción de Viña del Mar, como autor e intérprete del cachimbo "Dueños de la pampa" (2001) y de "Tan linda tú" (2002), interpretada por los Huasos de Camino Viejo. Debutó discográficamente con Septiembre (2000), un álbum producido y arreglado por Juan Carlos Duque.
Pianista con estudios junto a Sergio Parra en la Universidad Austral de Valdivia, y de composición en Santiago con Alejandro Guarello, Jaime Barría Casanova es un compositor con perfeccionamiento en armonía y contrapunto, pero su currículo pesa, sobre todo, por su involucramiento con Bordemar, la agrupación de cámara que fundó en 1983 con el obejtivo de «rescatar, registrar y difundir el folclor de Chiloé», desde un foco contemporáneo.
Carola López es una de las cantoras protagonistas en el traspaso de las raíces musicales campesinas hacia los ambientes urbanos, que tuvo su inicio a finales de la década de los 2000 con nombres como Fabiola González, Andrea Andreu, y más tarde con Carla Catalán y Claudia Belencha Mena. Iniciada en la tonada y la cueca desde los primeros años de su vida familiar, sus caminos la han llevado hasta diversos espacios del canto, integrando lotes, conjuntos y dúos. Pero ha sido su trabajo independiente como nombre propio el que le granjeó una reputación como investigadora y creadora. Carola López debutó en el disco en 2018, con Una mujer como usté, un recorrido por su primer cancionero autoral, nutrido de tonadas, cuecas, valses y, por supuesto, guitarra traspuesta.
El rasgo distintivo de una generación de voces formadas técnicamente en escuelas de canto popular, fue la versatilidad de los repertorios y Javiera Tagle dio una muestra de ello desde que apareció a mediados de la década de 2000 como una activa intérprete de pop, soul, funk, jazz, bossa nova y bolero. Junto con cantantes contemporáneas como Nicole Bunout, Karen Rodenas, Loretto Canales o Javiera Abufhele, Tagle compartió el gusto por todos esos ritmos y cancioneros diversos desde una formación en Projazz (donde muy pronto se convirtió en académica), pero ha sido más directamente la influencia soulera clásica de Aretha Franklin y luego voces neo soul como Erykah Badu o Jill Scott las que la han impulsado a ofrecer conciertos temáticos y a coliderar el grupo funk La Fuga junto al bajista Álvaro Aguirre. Como solista se ha presentado en espacios como el club El Perseguidor con su trío y en duetos de voz y piano junto a Diego Arístegui.
Nacido en 2005 en la Escuela Moderna de Música, donde sus integrantes se estaban formando, Mainumbi apareció en una nueva escena de música de fusión de la época que estaba poniendo atención en la diversidad y el colorido del continente americano. Alrededor del compositor y cantante Jorge Torres Benapres, la banda incursionó en la salsa como eje central, aunque esta fue igualmente transformada a partir de la mezcla con otros estilos afrolatinos, además de jazz, funk, rock y toda una gama de ritmos que se pueden encontrar en América Latina, lo que desembocó en el concepto de "salsa fusión".
Ciro Vega es uno de los guitarristas más representativos de la vanguardia musical vigente durante el apagón de los años '70 y '80, junto con otros nombres contemporáneos como Alejandro Escobar, John Clark y Vladimir Groppas. Un músico del jazz-rock naciente, aunque también de gran versatilidad estilística como músico de sesión en el estudio y escenario y permanente guitarra de las orquestas de televisión.
Milton Russell ha sido uno de los contrabajistas de jazz más activos, dinámicos y solicitados de la escena desde fines de los años 2000, siguiendo una línea de músicos precoces y altamente propositivos iniciada por Pablo Menares, y extendida más tarde por Eduardo Peña. Russell cierra esta tríada de contrabajos que potenciaron el jazz moderno en Chile con diversas militancias y uso de un avanzado lenguaje.
Silvestre fue el grupo que fundó Archie Frugone luego del fin de Anachena y de su decisión de emigrar a Los Ángeles, California, en 1996. La banda cotinuó la larga sociedad musical entre él y Francisco Koch, iniciada en sus tiempos escolares, y afianzada luego en Viena y Anachena. Se concibió desde un principio como un grupo de marca internacional, integrándose a la activa escena de músicos inmigrantes en California. Sus canciones de versos bilingües integraron códigos tomados del pop, el rock y el tecno. A raíz de su primera visita promocional a Chile, en 2006, el grupo decidió agregar una 's' a su nombre, para no confundirse con la banda rock del mismo nombre que ya existía aquí.
Productor y gestor de varias iniciativas de rock chileno, Andrés Godoy destacó inicialmente como creador dentro del dúo Andrés y Ernesto y, más tarde, como compositor solista. Su estilo descansa en la fusión de sus muchos intereses (rock, folclor, música étnica y música clásica) para la creación de canciones repartidas en varios álbumes y siempre ancladas en la interpretación para guitarra con una mano, de acuerdo a un invento técnico suyo al que bautizó «tatap». Godoy es probablemente más activo en el extranjero que en Chile. Sus presentaciones en Europa y otros continentes son parte constante de su trabajo de los últimos años.
Ha sido la televisión una gran vitrina para el talento del pianista y orquestador Valentín Trujillo Sánchez, aunque no del todo justa con la profundidad de su trabajo y el alcance de sus vastos conocimientos musicales. El casi eterno acompañante de Don Francisco como director de orquesta en “Sábados Gigantes” es, también, uno de los arregladores fundamentales de la música popular chilena, tanto en discos como en grandes conciertos.
Sólo unos momentos después de que Carlos Vera Larrucea apareciera como el gran hallazgo del vibráfono jazzístico, un nuevo solista haría ingreso en el circuito de los años 2000. Diego Urbano dejó bien escrito su nombre en el jazz nacional, sorprendiendo a músicos de todas las generaciones. Un solista vital y lleno de swing, que ha continuado aportando a la breve historia de este instrumento de percusión melódica, iniciada en los años '70 con Guillermo Rifo y que con Diego Urbano sumó otro eslabón.
El reencuentro de dos músicos del desaparecido grupo pop-rock La Bicicleta posibilitó la aparición de un nuevo ensamble en la música de fusión de los años 2000, inspirada tanto en el folclor latinoamericano, como en la world music y el jazz. Sonámbulo se ubicó así junto a agrupaciones como los capitalinos Fractal o los porteños Sala del Espejo, con música de cuidados arreglos, su apertura de la paleta de colores y su repaso de ritmos e instrumentación de latitudes lejanas unas de otras.
Tío Lalo para los sobrinos y cercanos, Eduardo Emeterio Parra Sandoval de nacimiento, Lalo Parra es parte de la primera y famosa generación de la familia Parra, cuarto hermano de la casa luego de Nicanor, Violeta e Hilda, y mayor que Roberto, Lautaro, Elba y Óscar Parra. Cantor, guitarrista, autor y compositor, durante su vida difundió un repertorio de cuecas choras, jazz guachaca y valses tradicionales acunado en la familia y aprendido en más de ocho décadas de historia. Entre todos sus hermanos fue quien más mereció el nombre familiar de tío, ya no sólo de parte de sus sobrinos originales, sino de todo el público que encontró en él un símbolo de experiencia popular chilena.
En la década de 2010 se les definió como puntas de un recambio generacional para la extendida tradición rockera de su natal Concepción, ciudad con la cual han dialogado en sonido y en colaboraciones. Entre grabaciones y cambios de integrantes, La Julia Smith fue mutando y transitando con vigor por el rock and roll, la sicodelia y el pop con tintes de folk; pero sobre todo con un trabajo de rigor profesional.