Iñigo Díaz
Miembro de una familia porteña de artistas e intelectuales, tuvo sus primeros estudios musicales a la temprana edad de cuatro años. Primero el piano, pero tras perder una pierna en un accidente e tranvía, pronto se pasó al instrumento que lo representaría para siempre: el violín. Siendo muy joven se integró a la orquesta de música popular que dirigía su hermano apenas tres años mayor, Juan Santiago Garrido. Fue una época abierta para un Pablo Garrido sensibilizado además por el descubrimiento de su homosexualidad, quien pudo balancear el amor por la música docta a través de sus estudios de composición, y las inspiraciones que llegaban desde la música popular. Aún no cumplía los 20 años cuando estrenó su primera obra ("Tonada", 1923) y ofreció su primera charla.
Los viajes y las big bands
Ese mismo año fue el punto de partida en su carrera como músico. Una escalada que estaría igualmente abierta a la creación como a la difusión. A su catálogo definitivo de obras se suman unas 500 conferencias a través de 35 países y dos mil artículos de crítica musical publicados en medios masivos y revistas universitarias, incluso fuera de Chile. Para 1924, ya llevaba dos años visitando el segundo piso del establecimiento porteño Baños del Parque. Además de piscinas, el lugar tenía un salón de baile donde llegaban los marinos norteamericanos, con instrumentos musicales y discos de jazz, y donde también acudían los músicos populares chilenos. Garrido reclutó a algunos de ellos para formar su primera Royal Orchestra, elenco con el que pudo dar curso a sus motivaciones musicales en este campo.
Bajo su dirección, la agrupación se presentó por primera vez el 19 de junio de 1924 en el Cabaret Royal, como señala el historiador Pablo Cabello Kanisius en el libro Valparaíso y los albores del jazz en Chile (2022), una investigación que vino a profundizar los primeros estudios y registros del musicólogo Álvaro Menanteau en Historia del jazz en Chile (2003). Esa tesis de musicología estableció las bases para una cronología del jazz chileno y definió el estatus de pionero de Pablo Garrido. La orquesta había tomado entonces el nombre de ese Cabaret Royal, boliche en calle Victoria 732, en los bajos del edificio que en Valparaíso ocupaba el Cinema Star.
También se registran conciertos de la Royal Orchestra en el Salón Victor del puerto y luego en una temporada de actuaciones en la porteña confitería Colón, con Garrido despuntando como el joven director de big bands que inauguró las sonoridades jazzísticas en nuestro país, dado que había descubierto en esa música un elemento de la modernidad que se aproximaba. El jazz tenía un componente valioso como música actual, más allá de los ritmos comerciales y bailables norteamericanos que se conocían popularmente, como el foxtrot y el shimmy. La Royal Orchestra era una versión chilena de las brillantes big bands americanas, aunque sólo tuviera unos ocho músicos en sus inicios, muy emparentada con la línea de la banda de Paul Whiteman.
Impulsado por un afán de conocimiento, se embarcó en un viaje de estudios que lo sacó del país entre 1926 y 1932. En esos años viajó por América Latina y Europa, y tuvo la posibilidad de ver actuar a figuras como Paul Whiteman, George Gershwin y Duke Ellington, tres de los más importantes compositores del jazz clásico. Conmovido con la experiencia, regresó a Chile para reagrupar sus orquestas. En paralelo a este trabajo desde el jazz, en 1925 organizó la Primera Audición de Música Futurista en el Salón Steinway, frente al Mercurio de Valparaíso, donde programó obras de cámara de compositores de Europa Central que estaban marcando la época.
En 1934, Garrido se instaló en el capitalino y lujoso local Lido (alternando hasta 1938 sus actuaciones en la boite Tabarís), para dirigir un quinteto en el cual actuaba como violinista y donde tuvo a dos de los saxofonistas más importantes de la época: José Sein y Jorge Martínez. Desde 1934 dirigió también la orquesta del Casino de Viña del Mar, incorporando más instrumentos de viento a las secciones, de la misma manera en que operaban las grandes y más famosas bandas del swing. Entre estos hombres aparecieron Samuel Contreras (trompeta), Eugenio González (piano), Augusto Brown (guitarra) y Carlos Salas (violín), su más trascendental discípulo. Con estos dos últimos músicos formó en 1935, el Trío Los Dodos, banda que tuvo como escenario principal el estudio de Radio Chilena.
Sus obras doctas estaban ya permeadas por el jazz. Las más conocidas son "Jazz window", pieza para piano y saxo alto (la primera obra escrita en Chile para este instrumento de viento), y "Black fire". Ambas, piezas de cámara donde el swing por tímido que fuera brotaba por todos lados. "Black fire" fue escrita para el violinista Carlos Salas, quien era por entonces uno de los más expresivos músicos de jazz del circuito, adiestrado en esta línea, por Pablo Garrido al interior de la Royal Orchestra. Paralelamente Garrido comenzó la publicación de crónicas que describían el devenir del jazz chileno ("Recuento integral del jazz en Chile"), una serie de entrevistas con sus pares (los directores de big bands Bernardo Lacasia, Lorenzo D'Acosta o el uruguayo Buddy Day), así como también organizó magníficos encuentros conocidos como "jazz sinfónico". En esta serie de conciertos estrenó el clásico de Gershwin "Rhapsody in blue" (1935) y su propia "Rapsodia chilena para piano y orquesta" (1937).
Una de sus últimas conexiones con el jazz se produjo al finalizar los años '30, cuando apareció como uno de los hombres que creyeron en el proyecto de los nuevos y muy jóvenes jazzistas que pretendían abrir un espacio para practicar un jazz que se diferenciara del que desarrollaban las grandes orquestas de la época (los músicos del grupo The Chicagoans). Ese impulso llegaría a convertirse, unos cuatro años más tarde, en el primer emplazamiento del Club de Jazz de Santiago. Pero todos estos antecedentes en torno a Pablo Garrido se cierran abruptamente al comenzar los años '40, cuando se alejó del jazz para siempre aduciendo molestia por la desvirtualización masiva de esta música.
Los estudios de la cueca
Entonces se volcó a su labor como compositor e investigador del folclor chileno, transformándose en una de las personalidades más significativas en la incorporación de esta música a la academia. De hecho, Pablo Garrido llegó a ser considerado un depurador del carácter autóctono del folclor.
En 1943 lideró la Caravana de la Música Chilena, un proyecto itinerante con que recorrió el sur de Chile y Argentina hasta llegar a Buenos Aires. A la cabeza de una pequeña agrupación consular, Garrido actuaba además como violinista, junto a Luis Aguirre Pinto, y con músicos como Pedro Mesías (piano), Luis Silva (cello y guitarra) y la cantante Carmen del Río. Garrido ofrecía música criolla, mapuche y pascuense y luego obras de compositores doctos también vinculados a la música popular, como Pedro Humberto Allende.
Relanzó su proyecto personal de giras de estudio. Primero, en el período 1948-52 (donde se radicó en Nueva York), luego en 1958-60 (donde recorrió toda Sudamérica y Centroamérica) y finalmente en 1965-66 (con un largo paso por Europa). En todos estos viajes dictó conferencias sobre música de raíz folclórica chilena.
Si Garrido no logró un reconocimiento a su obra como músico docto —como sí ocurrió en el mundo del jazz chileno y del folclor— fue básicamente por las significativas discrepancias que tuvo por largos años con Domingo Santa Cruz Wilson, representante de la institucionalidad de la música docta chilena a través del Conservatorio de la Universidad de Chile. Sus obras no son del todo conocidas. Sí lo fueron sus estudios sobre la cueca.
Por eso quienes más lo recuerdan con el máximo respeto fueron siempre los folcloristas, incluso más que los jazzistas (Margot Loyola grabaría en 1972 sus canciones "En el fondo del río" y "Para qué llorar"). En 1941 Garrido había realizado un documento sobre la fiesta de La Tirana y en 1943 publicó su libro Biografía de la cueca, material que pasó a ser un clásico del género. Entonces ya planteaba la tésis de la presencia africana en la música más emblemática de nuestro país. Aun cuando esta idea fuera expuesta por Garrido muy solitariamente entre el mundo científico. Décadas después aparecieron estudios que lo respaldaron.
El Historial de la cueca (1979) fue el volumen cúlmine del estudio total sobre la danza nacional. Su origen puede detectarse décadas antes, a través de todos aquellos largos viajes que realizó por el interior en busca de respuestas, tal como también ocurrió con la propia Margot Loyola desde el punto de vista de la interpretación musical. Garrido lo hizo desde la musicología. Tres años después fallecería en condiciones de vida muy pobres, respetado por los folcloristas primero, por los jazzistas después y por los músicos doctos al final.
En 2024, al cumplirse los 100 años del jazz chileno según se establecía en los citados libros de musicología e historia, Pablo Garrido recibió el reconocimiento de Hijo Ilustre de Valparaíso, a más de cuatro décadas de su fallecimiento. Además, en el Teatro Municipal de Valparaíso y en el Parque Cultural de Valparaíso se programaron conciertos con el epígrafe del recuerdo del centenario iniciado por Garrido. En Santiago, en la Sala Izidora Zegers, su figura fue relevada también con el estreno, o reestreno, de su obra de 1937 "Rapsodia chilena sobre un tema tradicional", que recoge ese temprano espíritu de modernidad representada por el jazz.