Iñigo Díaz
Inicialmente un intérprete docto de corno, pronto se cambió al saxofón estudiando los rudimentos con el legendario altoísta Carmelo Bustos y luego formado en toda su dimensión como tenorista moderno con Marcos Aldana. Su carrera como improvisador y solista alcanzó altura al iniciarse los 2000, al establecer una estrecha relación musical con el trompetista Sebastián Jordán. Con él, Moya recuperó en cierta forma la figura de los viejos tándems jazzísticos de trompeta y tenor, algo perdidos por entonces.
Precisamente junto a Jordán, desarrolló gran parte de su primera etapa musical, actuando como sideman en La Tropa, del pianista Roberto Lecaros, los conjuntos del bajista Pablo Lecaros, los guitarristas Nicolás Vera y Roberto Dañobeitía, la cantante Ammy Amorette y el grupo de nu jazz Alüzinati, con el pianista Ariel Pino. En 2004, y con el nuevo referente del saxofón tenor del jazz contemporáneo como norte (Chris Potter), Moya se estableció definitivamente como una de las figuras capitales del nuevo jazz y un año después debutó como solista dirigiendo un cuarteto que no sólo fue uno de los puntos más altos del Festival Providencia Jazz sino que se apuntó con uno de los discos emblemáticos para su generación: Doble viaje (2005).
Ese año se integró como primer tenor al Ensamble Quintessence y en 2006 ingresó como solista y compositor al “supergrupo” Pulso, con el que grabó el disco Litio (2008) junto a Vera, Quevedo y Baeza. Tras una estada en Nueva York, donde fue alumno del saxofonista Dave Liebman, Moya regresó para ampliar su cuarteto a quinteto acústico, con el propio Quevedo al piano, y desarrollar así un trabajo centrado en las amplias dimensiones de la composición contemporánea: Infinito (2009). En contraposición a esa propuesta, Moya describió un regreso a las raíces del jazz de clubes y la esencia de la improvisación en directo, probando en el formato de cuarteto clásico, junto al pianista estadounidense Joel Holmes y la sección rítmica de Eduardo Peña (contrabajo) y Félix Lecaros (batería). Grabado en vivo en el club Thelonious, su el disco se llamó Espacio elástico (2011).
Tras un receso de cinco años en su trabajo de composición y liderazgo, Moya regresó para organizar otro cuarteto creativo en el formato clásico. Y así volvió a reclutar a un pianista no chileno para la sesión del disco Paréntesis (2016), que estrenaría nuevamente en una edición del Festival de Jazz de Providencia, como lo había hecho una década antes. Moya reunió al argentino Leo Genovese y completó la sección rítmica con Rodrigo Espinoza (contrabajo) y Félix Lecaros (batería). En paralelo inició la maratónica sesión de grabación de standards escogidos para el sello Vértigo, que iría publicando año a año junto a Maxi Flynn (contrabajo) y Carlos Cortés (batería) en los cinco volúmenes de Standards sessions, ahora en el formato inspirador del trío sin piano de Sonny Rollins, uno de sus principales héroes.
Actualizado el 01 de agosto de 2020