Iñigo Díaz
Mientras Carlos Silva buscó su inspiración en los barrios viejos de la ciudad de Santiago y Gonzalo Palma en las callejuelas de Valparaíso, y mientras Mario Feito se definió en un momento por el latin jazz y Ariel Pino en otro por el jazz-funk, Felipe Riveros terminó siendo un pianista "casi neoyorquino": cinco discos editados en la Gran Manzana y un sólido despliegue sobre la música del "trío standard", tras la ruta lógica de Bill Evans, Keith Jarrett y Michel Petrucciani.
Pianista de las grandes ciudades
Inició sus estudios de piano clásico y piano jazz después de estadas en Lima y Buenos Aires. Roberto Lecaros y George Abufhele fueron sus primeros maestros en el lenguaje del swing y la improvisación, que luego un Riveros de 18 años llevó a los escenarios del Club de Jazz y el Hotel Sheraton, participando en jams con los músicos que dominaron los '80: Daniel Lencina, Moncho Romero, Alejandro Espinosa. En 1991 emigró a Boston y desde 1995 se sumergió en los clubes del Village neoyorquino, mientras estudiaba en la Manhattan School of Music.
En 2000 comenzó su escalada como líder de jazztets de distinta conformación. Fue sideman del saxofonista Mike Dopazo en el club Blue Note y de la cantante Rhede de Ville en el Mandarin Oriental Hotel. Como solista editó Drivin' (2000), alternando quintetos y sextetos. Le siguieron peldaños sucesivos en el estudio de grabación: Duets (2001, para piano y contrabajo), Piano songs (2002, para trío acústico), Ten easy pieces (2004, para cuarteto con saxo alto) y Metropolis (2005, donde comenzó a delinear una nueva etapa creativa sobre la composición modal). En 2006, Riveros pudo presentar este álbum por fin en Chile en un trío de coterráneos con Pablo Menares (contrabajo) y Andy Baeza (batería).
Ya completamente establecido en Chile, formó un segundo trío con el propio Menares y el baterista Félix Lecaros. Con esta agrupación grabó en el club Thelonious su primer disco chileno, titulado Santiago (2008), que presentó en el Festival Providencia Jazz de 2009. Ese mismo año se convirtió en el director musical del Bistrot Jazz Club y poco antes de radicarse en París en 2011, dejó grabada una sesión con su tercer trío, formado por el emergente Sebastián González (contrabajo) y Carlos Cortés (batería). Sin embargo ese material tardaría unos años en ver la luz.
En el intertanto, el pianista hizo su primera incursión en el formato del quinteto clásico, reuniendo alrededor suyo a nombres mayores de la generación cero-cero: Sebastián Jordán (trompeta), Claudio Rubio (saxo tenor), y los mismos Pablo Menares (contrabajo) y Félix Lecaros (batería), una de sus secciones rítmicas predilectas. Así grabó el álbum Shanghai blues (2014) y viajó en calidad de elenco oficial en la delegación chilena en la Expo Beijing de ese año.
Su viajes entre París y Santiago lo llevarían poco después a iniciar otro proyecto creativo, ahora en solitario, con el registro de una serie de piezas improvisadas al piano, que grabó en instrumentos Steinway & Sons en distintos momentos en ambas ciudades. Así publicó un trabajo específico en el disco doble Solo piano (2017), con improvisaciones absolutas ("Verónica", "Luz", "Calma"), variaciones sobre standards ("I’ll remember april", "Over the rainbow"), canciones ("Tomorrow never knows") y tres abstracciones en el centenario de Violeta Parra ("Gracias a la vida").
Actualizado el 12 de marzo de 2021