"Pop de raíz" fue el concepto acuñado por aquellos amigos músicos —muchos de los cuales procedían de familias de folcloristas—, que en 2014 comenzaron a explorar en distintos ritmos y aires de la música latinoamericana: desde la cumbia y el vallenato, al bolero y la balada, pasando además por el vals porteño, la cueca y la tonada, siempre con ese filtro moderno de sus tiempos. Natalie Orellana venía cantando en locales desde sus 16 años.

El disco debut editado por el Sello Azul, Brotar, fue un resultado comunitario para el proyecto de la cantante, quien recurrió a esos músicos para consolidar las canciones y presentar un álbum a la discográfica. Así, el primer Aticoy fue conocido como un conjunto, cuyas influencias en la fusión de la propuesta —reconoció la propia Natalie— provenían de composiciones, canciones e investigaciones de Violeta Parra, Víctor Jara y Margot Loyola. Por ese tiempo, Aticoy compartió escenarios con con la peruana Eva Ayllón, Congreso, Francesca Ancarola y 3×7 Veintiuna.

La pandemia de 2020 vino a redefinir su enfoque. Los músicos comenzaron a ir en otras direcciones y así Natalie Orellana se estableció como solista, utilizando ese apodo de infancia como su nombre musical. Resultado de ello fue su segundo álbum, el pospandémico Latina (2022), en el que Aticoy plantea de lleno ese cruce de mundos entre la música folclórica latinoamericana profunda y el espacio masivo de la música popular radial. Aticoy realizó colaboraciones con Inti-Illimani, la Banda Conmoción, o figuras de impacto masivo como el baladista Mario Guerrero, el cantor Miguel Molina o el folclórico Maihuén de Los Ángeles. Además, llegó a cantar en grandes escenarios teloneando los conciertos de los españoles José Luis Perales y Alejandro Sanz, los mexicanos Gloria Trevi y Alejandro Fernández y el argentino Luciano Pereyra, todos entre 2022 y 2023 en Arena Movistar.