Iñigo Díaz

Tenía unos 20 años y era un estudiante de Arquitectura (su profesión definitiva) cuando apareció por el Club de Jazz para presenciar las vibrantes jam sessions del lugar. Gustaba de los ritmos de batería y seguía de cerca las peripecias de Lucho Córdova en el swing. Pero fue con el formador Carlos Figueroa con quien se adiestraría para integrar luego su primera banda, en ese 1974: la famosa South Pacific. El Club de Jazz se transformó en cuartel de Antonio Gaete. Llegó a dirigirlo en las décadas de 1980 y 1990. En los muros de la sede de Avenida Macul (1978-2010) lucieron los retratos a carboncillo que él hizo de Roberto Lecaros, César Gutiérrez y de esa leyenda llamada Huaso Aránguiz. Gaete también incursionó en la fotografía y algunas de sus imágenes están en discos de jazz chileno.

Su trayectoria en la batería tradicional lo llevó pronto a integrar la Retaguardia Jazz Band en el período 1978-80, para tocar música de Nueva Orleáns y que coincide inmediatamente con su paso a los Santiago Stompers por largo tiempo (1980-90), donde probó en el estilo de Chicago. En ese tiempo también alternó con el septeto dirigido por el trompetista Daniel Lencina y conocido como La Banda de Jazz (con músicos de la tradición como el pianista Giovanni Cultrera, el contrabajista Spike Holmes o el trombonista Peter Kennedy).

En 1998 se unió a la segunda edad del antiguo grupo Swing and Company, ahora liderado por el entonces nóvel guitarrista Federico Dannemann. Esta colaboración posibilitó también una llegada a grupos de jazz modernos más pequeños, como el primer trío del pianista Pablo Vergara, el grupo fusión del sopranista Álvaro Sylleros, el cuarteto latino del baritonista Raúl Gutiérrez y sobre todo los conjuntos del altoísta Alfredo Espinoza, donde Gaete figura como músico de las grabaciones capturadas en vivo Alfredo Espinoza y la Hot Swing Jazz Band (2000) y Jam session en el Club de Jazz (2002).

Ya en la década siguiente, Gaete, siempre próximo al circuito de Club de Jazz, se integró en 2013 al cuarteto del saxofonista Patricio Ramírez, que además alineaba a a Fernando Verdugo (guitarra) y Edgardo Cruz (bajo). Un giro haica un jazz transgeneracional lo situó más tarde como baterista de dos tríos: en 2018 comenzó a tocar con los emergentes Felipe Salas (piano) y Nahuel Blanco (contrabajo), y en paralelo con Joaquín Fuentes (piani) y Guillermo Valdivia (contrabajo).