Chini.png, intuición y convicción
Por cinco años, su apodo al frente de una banda, su voz enfática y sinuosa, su comentado carisma en vivo: era como si Chini Ayarza estuviese preparándose para continuar luego como solista. Ahora, con su primer EP, la cantautora, guitarrista y artista visual se afirma en la única materia prima de sus experiencias y decisiones, ya sin acuerdos de grupo y con una apertura inusual a las lecciones de un proceso creativo imperfecto. «Que cada persona pueda desprender de mis canciones lo que le sirva», invita.
Marisol García | 26 de septiembre de 2020 Fotos: Marcela González
Bosques que se queman. Nombres pegados en el cielo. Taquicardias al medio de un ajuste de cuentas sentimentales. Las nuevas canciones de Chini.png avanzan por entre imágenes inesperadas y reflexiones que no por íntimas dejan de sonar a veces amenazantes:
«Quiero verte y hundirme en ti.
Ahora, quién sabe lo que puedas encontrar».
No sorprende, por eso, cuando la cantautora y guitarrista comenta que en su proceso de creación habitual las canciones van naciendo asociadas a una visualidad; como si ritmo, verso y melodía cargaran ya con los videos e ilustraciones que luego los van a extender por las redes. María José Chini Ayarza es Licenciada en Arte. Ha colaborado en varios videoclips para bandas cercanas, y su canción "Triángulo de las Bermudas" lleva en YouTube sus créditos en dirección y montaje. Habla de canciones como habla de imágenes, en una misma definición creativa en la que aparecen como referencias los realizadores Matthew Barney, Pipilotti Rist, Candice Breitz y la chilena, hace poco fallecida, Sybil Brintrup («considero que fue incomprendida, su libertad era demasiada»):
«Es una lástima que los videoclips sean vistos como objetos de promoción; para mí, son parte de la semiótica de las canciones. Me gusta la libertad que permite un video para tirar la temática de la canción hacia otro ángulo, y así hacer crecer o enrarecer su concepto. Muchas ideas me surgen en las noches, durante el estado de vigilia, haciendo un esfuerzo supremo para luego despertar y anotarlas acá en el mundo concreto. Quisiera ir de a poco alejándome de lo narrativo e ir hacia lo onírico».
Aunque el trabajo como cantautora de esta mujer formada en la plástica venía siendo llamativo desde hace unos años, el nuevo EP Ctrl+Z es relevante de una nueva manera. Es primera vez que Chini Ayarza se presenta como solista, luego de un lustro de trabajo junto al grupo Chini & the Technicians. Ha traspasado a su primer disco como Chini.png muchas de las virtudes que ya ostentaba en esa banda: la composición pop imaginativa, de múltiples timbres y versos sinuosos, entre quiebres que rara vez se ajustaban a los cauces de estrofas y estribillos, y con su voz aguda al frente como gancho de categórico carisma.
—El grupo se presentaba encabezado por tu nombre, y eras autora o coautora de las canciones. Era como si te preparases para cruzar luego a un trabajo solista.
—Era algo dual. El gran motor que me lleva a componer son las letras y melodías vocales, pero las canciones con el grupo iban saliendo de diferentes maneras. Yo soy una guitarrista más rítmica que Roberto [González, su compañero en The Technicians], y en eso había un complemento. Algunas canciones salían de improvisaciones de la banda que luego yo me llevaba a la casa para ajustar, como "Arriba". Ahora que estoy sola es cómodo, pero me enfrento al desafío que todo queda a mi cargo, incluso esa materia prima que antes me daban mis compañeros. Es un abismo de diferencia.
—Además, en el trabajo en grupo hay opiniones, acuerdos…
—Eso es lo bonito de estar en una banda y trabajar colectivamente. Para mí fue la mejor manera de aprender, y por eso se me hace extraño cuando alguien parte en la música siendo solista. ¿Qué hacen cuando conquistan algo? ¿Se abrazan a sí mismos?
Cinco años de trabajo, dos aplaudidos discos (el EP En el fondo todo va bien, y el álbum Arriba es abajo, de 2018) y el afianzamiento de lazos colaborativos con el inquieto colectivo musical Uva Robot fueron suficientes para dejar a Chini & the Technicians como referencia de trabajo autogestionado en el Santiago previo al estallido y la pandemia, esa otra ciudad agobiada e incómoda consigo misma, pero que todavía alentaba buscar grietas de expresión disidente.
«A inicios de 2019 conversamos sobre tocar juntos por última vez. Veníamos medios agotados, con mucha presión encima por hacer las cosas con más rapidez, y sentíamos que comenzaba a perderse la parte lúdica de hacer música», comenta Chini sobre una pausa acordada. «En lo que hay que consenso entre los cinco es en que estamos muy orgullosos de lo que logramos».
—Sin embargo, para ti dejar de hacer canciones no fue una opción.
—Ahora me doy cuenta de que yo sí quería hacer más cosas y más rápidamente. Y sacar más y más canciones. Como que tengo ese problema…
—Eso no es un problema…
—No, claro, pero no correspondía poner esas presiones sobre los demás sino sobre mí misma, sin perder el disfrute de la música, que es fundamental. Eso lo fui procesando cuando ya no tenía a mis compañeros cerca, y en un inicio me sentí muy perdida. Comencé a componer sin pensar en necesariamente mostrarle las canciones a alguien.
«Hace tres minutos que no somos la misma persona», canta Chini en "Fricativa velar sorda", una de las cuatro canciones que han quedado en el EP que finalmente encauza esa inicial incertidumbre sobre cómo seguir sin una banda.
Porque, sí, cambiamos. En Ctrl+Z —un título vinculado, cómo no, al reinicio, por si alguien aún no reparaba en ello— hay canciones de nombres extraños y versos personales aunque crípticos, que muchas veces extienden esas dudas sobre quién se es y a quiénes se tiene de nuestro lado. Sus ideas sonoras (aplausos, punteos, distorsión eléctrica intermitente, vocales extendidas) consiguen que esas incertezas parezcan encantadoras.
—Me doy cuenta de que es música extraña, pero no tan extraña. Las estructuras son… un poco lo que va saliendo, la verdad. Atiendo a la intuición. Me gustan las canciones ejecutadas desde algo inesperado, como lo hacen [los estadounidenses] Kaki King y Ponytail. O la banda chilena Hélices. Me aterran los lugares comunes. Me gusta ese tipo de músicos que está repensando qué puede hacerse con los instrumentos. Me gusta cantar pero no pienso mis canciones desde el lado de la vocalista, sino en un universo más amplio. No soy convencional en eso. De hecho, cuando era chica me echaron del coro del colegio: gritaba mucho.
Presenta el comunicado de promoción de Ctrl+Z:
«Bienvenidos al debut solista de Chini.png: harakiris en forma de clásicos de ayer y hoy para exorcizar todo lo rápido, furioso y kawaii de este fin del mundo. Incluye baterías. Los pañuelos desechables se venden por separado».
Hay emociones contenidas en estas canciones, quizás no a nivel de necesitar kleenex pero quién sabe. Al menos para su autora, las referencias en metáforas o imágenes sin decodificar aluden al recuerdo de momentos concretos de amor y desamor, de ilusión y desencanto autorreferido.
—Es extraño hablar sobre un disco personal durante pandemia, porque estamos más sensibles, y uno no quiere herir susceptibilidades. Entiendo que puede no ser el momento para hablar de mí. Pero también creo que la música es un gran catalizador, y que me permite aprovechar espacios frente a gente a la que le interesa lo que hago. Puedo hablar de mis experiencias, del mundo onírico que hay tras el disco, de colectivos de mujeres en la música que ayudan a que nos ensalcemos entre nosotras, como TRAMUS y ROMMDA.
—¿Hablas desde la convicción, desde la propuesta, desde la experiencia…?
—No creo que los músicos debamos ser líderes de opinión, pero sí me pongo al frente de las cosas que hago, y es bacán con los años sentirme más segura, que cada vez importe menos lo que los demás piensen de ti. Pasé años pensando que yo era insuficiente como guitarrista, como cantante…
—Síndrome del impostor. Me suena.
—Claro, nos pasa tanto a las mujeres. Porque por cada mujer insegura hay diez hombres chantas creyendo que la rompen. Pero ahora entiendo que mi capital es más creativo que técnico. Que uno toma decisiones y tira por un camino, y la verdad es que confío cada vez más en mis decisiones. A veces, lamento que no se entiendan mis ideas, pero después un puñado de personas me escriben para comentarme que les calaron perfecto las mismas cosas que me están atravesando, y esa identificación es más que suficiente en comparación a hacer lo «debido». Me considero eternamente amateur, tanto en la dirección de videos como en el hacer música, y creo que eso hace más válido el proceso de hacer y terminar (donde surgen «errores» que adoro)… más que el producto final. Me importan las imágenes, texturas y colores, que cada persona puede desprender de ahí lo que le sirva. Al menos yo, lo veo como un servicio catártico. Es una pulsión que necesito seguir constantemente, como pequeñas luces en un mar de cosas desconocidas. Por eso, no creo que me aburra nunca.
•Chini.png – Ctrl+Z
(2020, Uva Robot)
Chini Ayarza: voz, guitarra, teclados y sampler.
Colaboran: Gabriel Lele Holzapfel (batería y percusiones) y Martín Pérez Roa (teclados y arreglos adicionales).
Producción: Martín Pérez Roa.
*Todos los temas compuestos por Chini.png.
www.instagram.com/chini.png/